viernes, 25 de abril de 2008






Mi mamá siempre dice que hay que cerrar círculos. Todo lo que se emprende, se empieza, debe tener un final, una conclusión. Es prácticamente elemental e indispensable que esto se lleve a cabo porque si no es inevitable que se remate atropelladamente. No es cuestión de ir abriendo círculos por ahí inconscientemente, pongámonos de acuerdo querido lector. Pero espere, no es tiempo aun de sacar conclusiones. Primero lea la situación, siga la pista, escrute, fisgonee, indague. Cada círculo tiene un final, individualúnico.
Debería aclarar que todos los concluyentes tienen algún círculo del que corresponden, salvo uno. La excepción de la regla, pese a quien le pese. Dejar de lado, entre renglones, borrar, desconocer, marginar, tomarse un lexotanil, perder el hilo, el Alzheimer consentido. Antes que eso les recomendaría que caigan una a una las lágrimas, cierren los ojos, especulen, premediten y después dejen pasar unos días. Si es posible en esos días ilusiónense vanamente y superfluamente de que de repente el círculo de un giro (valga la redundancia) y que vuelva a empezar en vez de terminar. Claro, justo ustedes, los que tan astutos se creían vienen a considerar virtualmente factible el hecho de que eso suceda. ¿Ven que nunca aprenden argentinos ignorantes hijos de lo cómodo? El último paso sería desplegar, proceder con lo decidido y de una vez por todas vencer y acabar el famoso círculo.

Hoy,termina otro de mis círculos. ¿Asique esto fue todo? ¿Ahora hay que sonreír y desearle suerte a gente que ya no es nada (casi nada)? Podría decir la verdad, contradecirme con todo lo que acabo de decir y confesarles de que no estoy segura, pero mejor digamos que es lo que hay. Mi circulo termina así, sabiendo que di lo mejor de mí que podría haber dado, no escatimé en nada nunca ni mucho menos y principalmente deje de lado el orgullo (y eso es decir mucho). Suerte.